sábado, 11 de abril de 2020

SÁBADO SANTO



Queridos hermanos en el Santísimo Sacramento, Santísimo Xto. de las Aguas y Nuestra Señora de los Dolores. Hermandad Sacramental de Las Tres Horas.

Es Sábado Santo. Antiguamente, los lugareños con su sabía sapiencia, llamaban al sábado como el sábado de Gloria. Y a decir verdad, queridos hermanos, este día de penitencia es el puente de la muerte a la vida y su carácter de gloria siempre estará ahí.

 Nuestra A. Parroquial, desde bien temprano, última los detalles de la salida procesional de mañana. Los feligreses se afanan en preparar la parroquia para el día más grande para los cristianos, la celebración de la Noche Santa de la Resurrección con la Solemne Vigilia Pascual. Las imágenes de las hermandades vuelven a sus altares
Sin embargo, aún queda un resquicio de santidad en nuestra Parroquia. El Crucificado de las Aguas, inerte, muerto por amor extiende sus brazos en la cruz presidiendo su paso procesional de caoba y plata añeja; Cuatro hachones iluminan el caminar del Cristo Crucificado. 

Su bendita madre de los Dolores cobijada en el palio de color sacramental entrelaza sus manos para pedir a Dios que sus ojos vean resucitar a su hijo en la Noche Santa que está por llegar. Tres horas van desde que la Señora de los Dolores posa su palio en el frio mármol de la parroquia, hasta que la luz de la Resurrección inunda a la misma, entonces María Santísima abre sus manos y sus lágrimas se borran de sus sonrojadas mejillas. Ya no brota sangre del costado del Crucificado, sino, agua bendita para todos los cristianos.

Hermanos, que este día lo vivamos con gozo a pesar de todo, recemos juntos por la erradicación de la pandemia y por las almas que ya nos han precedido en la fe.



Paz y Bien.

La junta de la Sagrada Resurrección

Fotografías: Alejandro Zújar




Lectura del santo evangelio según San Mateo (28, 1-10)

Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: «Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado». Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.

De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos». Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».