miércoles, 8 de abril de 2020

MIÉRCOLES SANTO




Queridos hermanos del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, Sentado en la Peña, y María Santísima de la Paz.

Es Miércoles Santo, no cabe duda. Somos sabedores de la emoción que nos supone ver a nuestros titulares en la calle, dando testimonio público de fe como cada año a la caída de la tarde. Sin embargo, este año, no os quepa duda que nuestros corazones albergan todo lo que hoy anhelamos y que no está sucediendo. 

El Señor Sentado a la Peña saldrá, de hecho, siempre sale al auxilio de los mayores de nuestra residencia. Su madre, la Blanca Paloma de la Paz, brilla hoy, más si cabe, en la oscura noche del Miércoles Santo sabedora de los rezos tan piadosos que sus devotos le van a proferir desde la intimidad de sus hogares. La música sonará, no quepa duda. Y en nuestra alma latirá a los sones de La Madrugá por su enclave habitual. 

Hermanos, que este día lo vivamos con gozo a pesar de todo, recemos juntos por la erradicación de la pandemia y por las almas que ya nos han precedido en la fe.
Paz y Bien.

La junta de la Sagrada Resurrección



Lectura del santo evangelio según San Mateo (26, 14-25)

Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?». Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?». Él contestó: «Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?». Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?». Él respondió: «Tú lo has dicho».

Paz y Bien .

Fotografías: Alejandro Zújar. (2018)