domingo, 12 de abril de 2020

¿Cómo un final puede ser tan bonito?


Ponemos punto y seguido a las publicaciones en el día de hoy  con texto que nos remitió nuestro hermano Jacobo Moyano para la edición de la revista de Semana Santa del presente año que no llegó a publicarse. Esperemos que lo disfruten hoy, en las últimas horas del Domingo de Resurrección. Dios os bendiga todos. Feliz y gloriosa Pascua de Resurrección a todos.

¿Cómo un final puede ser tan bonito?



Domingo de Resurrección, el fin de año de los cofrades del pueblo de Guadalcanal, donde acaba y a la misma vez empieza su año, muy distinto y lejano de ese 31 de Diciembre que incumbe al resto de los mortales.

Un domingo propio, un domingo que rompe con todo, donde el carácter formado durante muchos años y su idiosincrasia articulan una gran y joven familia que compone el Domingo de Resurrección de la Semana Santa de Guadalcanal.


En un año tan especial, no se puede olvidar la palabra evolución, no dejándola atrás, teniéndola presente en este 2020 más que nunca. Un camino evolutivo que comenzó con ilusión, la ilusión de unos niños que emprendían un camino largo, un camino distinto, ilusión que sigue intacta, con una niñez infinita, gracias a ese carácter y que el propio paso del tiempo hará que perdure.


Cierto es, que estas palabras salen de una visión participante de este bonito final, de un corazón que supo apreciar el trabajo de “los chavales del domingo”, que rápido reconocido el carácter familiar de este domingo. Pero he de añadir, que si esta visión fuese desde un ámbito de “mirón” no distaría mucho de esta visión participativa de los hechos.

Ese carácter rompedor, familiar y humano es lo que hace del Domingo de Resurrección un domingo más que especial y diferente para los cofrades de la localidad, sobre todo para aquellos que lo viven desde dentro. Un domingo donde los jóvenes siempre tendrán un apoyo donde comenzar a dar sus primeros pasos en el mundo de la costalería, cimentando así sus bases, bajo los pilares de la juventud, la ilusión y su particular carácter.

No todo es idílico, existen factores coyunturales que llevan al fallo, porque este día podrá ser muchas cosas, pero sobre todo es humano, quizás, el domingo más humano que podamos vivir, menos actual, menos “burocratizado” que el resto, este carácter lo da lo humano, una humanidad, que para bien o para mal, es donde reside la grandeza del Domingo de Resurrección.

Para el final, me gustaría no acabar, sino empezar proponiendo, rompiendo una lanza, en favor de esta familia del Domingo de Resurrección. Valoren, denle oportunidades, ténganlos como ejemplo en sus vidas y sobre todo, disfruten de los que siempre serán “los chavales del domingo”.
 Por qué, ¿Acaso hay un final más bonito que el Domingo de Resurrección?

Jacobo Moyano Rubio.