El Adviento llega a su punto más alto. Ya no miramos a lo lejos: el Señor está a la puerta. Dios no irrumpe con poder ni con espectáculo, sino que pide permiso al corazón humano. Y lo hace a través de María.
En ella descubrimos que la fe no consiste en tener todas las respuestas, sino en confiar aun cuando no entendemos todo. María no controla el futuro, no exige seguridades; simplemente se abandona: “Hágase en mí según tu palabra”. Ese “sí” silencioso cambia la historia.
También José, desde el silencio y la obediencia, nos enseña que amar es acoger los planes de Dios incluso cuando descolocan los nuestros. Dios se hace Emmanuel —Dios con nosotros— cuando le dejamos entrar en nuestra vida concreta, con sus luces y sombras.
Ven, Señor Jesús,
encuentra un lugar en nuestro corazón
y haznos portadores de tu amor.
#CristoViene
Paz y Bien.
Fotografía: Aniceto Vadillo.
