miércoles, 30 de noviembre de 2016

VI OPERACIÓN ROSCÓN




Son ya seis años poniendo en marcha la popularmente conocida como la operación roscón, con el firme propósito de recaudar fondos para el sostenimiento de nuestra A.Parroquial.

Durante las próximas semanas pasaremos por los diferentes domicilios de nuestro pueblo para ofrecer el dulce típico de la epifanía del Señor (REYES).

Si deseas encargar tu roscón de reyes no dudes en ponerte en contacto con los miembros de la junta de gobierno para poder ofrecerte toda la información. 

Seguimos apostando por la calidad del producto y manteniendo los precios de ediciones anteriores: 
11€ el roscón pequeño y 14€ el roscón grande. Podrás elegir el relleno de entre las siguientes variedades: NATA,CREMA PASTELERA, TRUFA, ZIDRA Y CHOCOLATE.

Esperamos su colaboración un año más.

¡MUCHAS GRACIAS!

CARTEL: Juan Cantero Gordón. 

Fiestas de Nochebuena y Fin de Año (COTILLONES)




Estamos a las puertas de celebrar la natividad de Nuestro Señor motivo de gozo y alegría. Por ello, organizaremos, un año más, las fiestas de Nochebuena y Fin de Año  en el bar de la Casa de la Cultura de Guadalcanal a beneficio de nuestra A. Parroquial.

Si tu grupo de amigos/as está interesado en apuntarse en lista, solo tiene que ponerse en contacto con el número de teléfono que aparece en el cartel de arriba al objeto de proporcionarte toda la información de dichos eventos, así como, despejar cualquier tipo de duda que pudiera surgir al respecto.

Todo lo recaudado se destinará para el sostenimiento de la A.Parroquial de cara al próximo ejercicio de 2017.

¡Anímate, celebra la navidad y el nuevo año en un ambiente agradable, con un esmerado servicio de camareros, y buena música!

La Junta de Gobierno.

CARTEL: Juan Cantero Gordón.


sábado, 26 de noviembre de 2016

Adviento, tiempo de espera



Este domingo 27 de noviembre comienza el año litúrgico con la llegada del Adviento, un tiempo litúrgico que nos prepara para el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

A continuación se desarrolla el dignificado de este periodo litúrgico:


La palabra latina "adventus" significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia.

El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.

Esta es su triple finalidad:

- Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.

- Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.


- Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creido en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.

En el Evangelio, varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por esta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de la revisión y la proyección:

Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores.

En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos en Adviento sino siempre. Analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta y hacer propósitos para evitar caer de nuevo en lo mismo.

El adviento comprende las cuatro semanas antes de la Navidad.
El adviento es tiempo de preparación, esperanza y arrepentimiento de nuestros pecados para la llegada del Señor.
En el adviento nos preparamos para la navidad y la segunda venida de Cristo al mundo, cuando volverá como Rey de todo el Universo.
Es un tiempo en el que podemos revisar cómo ha sido nuestra vida espiritual, nuestra vida en relación con Dios y convertirnos de nuevo.
Es un tiempo en el que podemos hacer un plan de vida para mejorar como personas

miércoles, 23 de noviembre de 2016

TRIBUTOS II .Concierto de la B.M. de Ntra.Sra.de Guaditoca (Guadalcanal)



Un año más, la Banda de Música de Nuestra Señora de Guaditoca de Guadalcanal ofrecerá, en su pueblo, el tradicional concierto en honor a la patrona de la música, Santa Cecilia, cuya festividad litúrgica tuvo lugar ayer martes, 22 de noviembre. 

Tributos II, así es como se ha dado en llamar a esta edición del concierto de la formación que dirige Francisco Javier Carrasco Jiménez. 

Rendirán tributo, a través de sus sones, a la música, rock, pop interpretando canciones de artistas de talla mundial, tales como COLDPLAY, QUEEN, ADELE,  TOM JONES, entre otros, contando, también, en el repertorio con artistas españoles como pueden ser MIGUEL RIOS, NINO BRAVO, MECANO etc.

La cita tendrá lugar el próximo sábado 26 de noviembre en el Cine Teatro Municipal, dando comienzo el espectáculo a las 21:00 horas. 


domingo, 20 de noviembre de 2016

Solemnidad de Cristo Rey



Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.
En la fiesta de Cristo Rey celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.Jesús nos habla de las características de su Reino a través de varias parábolas en el capítulo 13 de Mateo:
“es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas”;
“es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda”;
“es semejante a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo”;
“es semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra”.

En ellas, Jesús nos hace ver claramente que vale la pena buscarlo y encontrarlo, que vivir el Reino de Dios vale más que todos los tesoros de la tierra y que su crecimiento será discreto, sin que nadie sepa cómo ni cuándo, pero eficaz.

La Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de Jesucristo entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de nuestro afán vida como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres.

Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar debemos conocer a Cristo. La lectura y reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. Se trata de conocer a Cristo de una manera experiencial y no sólo teológica.

Acerquémonos a la Eucaristía, Dios mismo, para recibir de su abundancia. Oremos con profundidad escuchando a Cristo que nos habla.

Al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, por que Él es toda bondad. Y cuando uno está enamorado se le nota.

El tercer paso es imitar a Jesucristo. El amor nos llevará casi sin darnos cuenta a pensar como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo y amándolo, entonces podemos experimentar que el Reino de Cristo ha comenzado para nosotros.

Por último, vendrá el compromiso apostólico que consiste en llevar nuestro amor a la acción de extender el Reino de Cristo a todas las almas mediante obras concretas de apostolado. No nos podremos detener. Nuestro amor comenzará a desbordarse.

Dedicar nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la tierra es lo mejor que podemos hacer, pues Cristo nos premiará con una alegría y una paz profundas e imperturbables en todas las circunstancias de la vida.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Clausura del Año de la Misericordia


¡GRACIAS POR TANTA MISERICORDIA!

El Jubileo de la Misericordia llega a su fin y con él termina un año en el que la Iglesia Universal ha puesto el foco en la misericordia de Dios y ha hecho aún más palpable que es “la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia”.
En la Archidiócesis de Sevilla esta clausura de la Puerta Santa no significa que se cierre la puerta a la misericordia, sino que servirá de trampolín para seguir dándole el lugar que le corresponde, para visibilizarla aún más si cabe. Porque muchos son los testimonios que hemos dado a conocer. Muchas las personas que se entregan sin exigir nada a cambio, ni siquiera gratitud o reconocimiento. Muchas las evidencias que  muestran que nuestra Archidiócesis es misericordiosa, desde sus pastores, hasta cada uno de los fieles que forman esta Iglesia particular.
Queda claro cuando vemos a los cientos de voluntarios de los comedores sociales o roperos solidarios; cuando hablamos con los responsables de las casas de acogidas para inmigrantes o prostitutas o presos; o cuando jóvenes maestros invierten su tiempo libre en enseñar a niños excluidos. Pero, aunque menos evidente para muchos, la misericordia también se encuentra en el perdón que da un sacerdote a través del sacramento de la reconciliación, en la oración de una monja de clausura por las necesidades de la humanidad, en los desvelos de una religiosa que cuida de noche a un enfermo porque su familia no puede hacerse cargo, o en la escucha paciente, alejada del juicio injusto, que hace un acompañante del Proyecto Raquel.
Estas muestras de misericordia nos inspiran –o debe inspirarnos- a conocer más y mejor a Dios, a acercarnos al mensaje de Cristo, leer su Palabra y ponerla en práctica, no sólo en las diversas entidades, asociaciones, hermandades, movimientos o parroquias que componen la Archidiócesis de Sevilla, sino en nuestros hogares, en el ámbito laboral, en el colegio o la Universidad, en definitiva, en nuestro entorno más cercano. Debemos ser “oasis de misericordia”, como invitaba el mons. Asenjo en su carta pastoral con motivo de la apertura del Año jubilar. Ahora y siempre.
Es, por último, necesario y oportuno agradecer a tantas personas que hacen posible esta realidad. Gracias por ser “ricos en misericordia”, por vuestro tiempo, por vuestra dedicación y vuestro cariño. ¡Gracias por tanta Misericordia!
Texto extraído de la web de la Archidocesis de Sevilla: http://www.archisevilla.org/gracias-por-tanta-misericordia/

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Oración por nuestros hermanos difuntos



"¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
  No está aquí, sino que ha resucitado. " Lucas 24:5-6
Dios de infinita misericordia,
confiamos a tu inmensa bondad
a cuantos han dejado este mundo hacia la eternidad,
donde tú esperas a la humanidad entera,
redimida por la sangre preciosa de Cristo,
muerto en rescate por nuestros pecados.
No mires, Señor, tantas pobrezas, miserias
y debilidades humanas
con las que nos presentaremos ante el tribunal
para ser juzgados para la felicidad o la condena.
Levanta sobre nosotros tu mirada piadosa
que nace de la ternura de tu corazón,
y ayúdanos a caminar en el camino de una completa purificación.
Que ninguno de tus hijos se pierda en el fuego eterno del infierno,
donde ya no puede haber más arrepentimiento.
Te confiamos Señor las almas de nuestros seres queridos,
de las personas que han muerto sin el consuelo sacramental,
o no han tenido manera de arrepentirse ni siquiera al final de su vida.
Nadie haya de temer encontrarte,
después de la peregrinación terrenal,
en la esperanza de ser acogidos
en los brazos de tu infinita misericordia.
La hermana muerte corporal nos encuentre vigilantes en la oración
y llenos de todo el bien hecho en el curso de nuestra breve o larga existencia.
Señor, que nada nos aleje de ti en esta tierra,
sino que en todo nos sostengas
en el ardiente deseo de reposar serena y eternamente en Ti.
Amén. 
Autor: Antonio Rungi, oración empleada por el Papa Francisco para rezar por los fieles difuntos.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Conmemoración de los Fieles Difuntos.



Esta fiesta responde a una larga tradición de fe en la Iglesia: orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio. 

El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, pasan después de su muerte por un proceso de purificación, para obtener la completa hermosura de su alma. La Iglesia llama "Purgatorio" a esa purificación; y para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo que dice: "La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego". (1Cor. 3, 14). La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º de los Macabeos en el Antiguo Testamento dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46); y siguiendo esta tradición, la Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos. Al respecto, San Gregorio Magno afirma: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso". Estos actos de piedad son constantemente alentados por la Iglesia.

martes, 1 de noviembre de 2016

Solemnidad de Todos los Santos


El 1 de noviembre es la solemnidad litúrgica de Todos los Santos, que prevalece sobre el domingo. Se trata de una popular y bien sentida fiesta cristiana, que al evocar a quienes nos han precedido en el camino de la fe y de la vida, gozan ya de la eterna bienaventuranza, son ya -por así decirlo- ciudadanos de pleno derecho del cielo, la patria común de toda la humanidad de todos los tiempos.

1.- El día de Todos los Santos cuenta un milenio de popular y sentida historia y tradición en la vida de la Iglesia. Fueron los monjes benedictinos de Cluny quienes expandieron esta festividad.

2.- En este día celebramos a todos aquellos cristianos que ya gozan de la visión de Dios, que ya están en el cielo, hayan sido o no declarados santos o beatos por la Iglesia. De ahí, su nombre: el día de Todos los Santos.

3.- Santo es aquel cristiano que, concluida su existencia terrena, está ya en la presencia de Dios, ha recibido –con palabras de San Pablo- “la corona de la gloria que no se marchita”.

4.- El santo, los santos son siempre reflejos de la gloria y de la santidad de Dios. Son modelos para la vida de los cristianos e intercesores de modo que a los santos se pide su ayuda y su intercesión. Son así dignos y merecedores de culto de veneración.

5.- El día de Todos los Santos incluye en su celebración y contenido a los santos populares y conocidos, extraordinarios cristianos a quienes la Iglesia dedica en especial un día al año.

6.- Pero el día de Todos los Santos es, sobre todo, el día de los santos anónimos, tantos de ellos miembros de nuestras familias, lugares y comunidades.

7.- El día de Todos los Santos es igualmente una oportunidad para recordar la llamada a la santidad presente en todos los cristianos desde el bautismo. Es ocasión para hacer realidad en nosotros la llamada del Señor a que seamos perfectos- santos- como Dios, nuestro Padre celestial, es perfecto, es santo.

Se trata de una llamada apremiante a que vivamos todos nuestra vocación a la santidad según nuestros propios estados de vida, de consagración y de servicio. En este tema insistió mucho el Concilio Vaticano II, de cuya clausura se celebran ahora los 40 años. El capítulo V de su Constitución dogmática "Lumen Gentium" lleva por título "Universal vocación a la santidad en la Iglesia".

Y es que la santidad no es patrimonio de algunos pocos privilegiados. Es el destino de todos, como fue, como lo ha sido para esa multitud de santos anónimos a quienes hoy celebramos.

8.- La santidad cristiana consiste en vivir y cumplir los mandamientos. “El santo no es un ángel, es hombre en carne y hueso que sabe levantarse y volver a caminar. El santo no se olvida del llanto de su hermano, ni piensa que es más bueno subiéndose a un altar. Santo es el que vive su fe con alegría y lucha cada día pues vive para amar”. (Canción de Cesáreo Gabaraín).

"El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado del prójimo". (Benedicto XVI)

9.- La santidad se gana, se logra, se consigue, con la ayuda de la gracia, en tierra, en el quehacer y el compromiso de cada día, en el amor, en el servicio y en el perdón cotidianos. “El afán de cada día labra y vislumbra el rostro de la eternidad”, escribió certera y hermosamente Karl Rhaner. El cielo, sí, no puede esperar. Pero el cielo –la santidad- solo se gana en la tierra.

10.- Por fin, el día de Todos los Santos nos habla de que la vida humana no termina con la muerte sino que abre a la luminosa vida de eternidad con Dios. El día de Todos los Santos es la catequesis y celebración de los misterios de nuestra fe relativos al final de la vida, los llamados “novísimos”: muerte, juicio, eternidad.

Y por ello, al día siguiente a la fiesta de Todos los Santos, el 2 de noviembre, celebramos, conmemoramos a los difuntos. Es día de oración y de recuerdo hacia ellos. Es día para saber vivir la vida según el plan de Dios. Es día, como el día, en el que la piedad de nuestro pueblo fiel visita los cementerios. Todo el mes de noviembre está dedicado especialmente a los difuntos y a las ánimas del Purgatorio.