martes, 28 de abril de 2020

EJERCICIO DEL VIA LUCIS (XIV ESTACIÓN)

Con la decimocuarta estación ponemos punto y final al rezo del ejercicio del Via Lucis Pascual. En esta estación se pone de manifiesto la inauguración del "tiempo de la Iglesia"; es relevante en si misma por el hecho de que con la venida del Espíritu Santo, comienza el peregrinaje de la Iglesia en el mundo.


MEDITACIÓN:


Jesús, el Hijo de Dios, está ya en el cielo, pero ha prometido a sus amigos que no quedarán solos. Y fiel a la promesa, el Padre, por la oración de Jesús, envía al Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Muy pegados a la Virgen, Madre de la Iglesia, reciben el Espíri tu Santo. Él es el que llena de luz la mente y de fuego el corazón de los discípulos para darles la fuerza y el impulso para predicar el Reino de Dios. Queda inaugurado el "tiempo de la Iglesia". A partir de este momento la Iglesia, que somos todos los bautizados, está en peregrinación por este mundo. El Espíritu Santo la guía a lo largo de la historia de la humanidad, pero también a lo largo de la propia historia personal de cada uno, hasta que un día participemos del gozo junto a Dios en el cielo.

ORACIÓN:

Dios Espíritu Santo, Dulce Huésped del alma, Consolador y Santificador nuestro, inflama nuestro corazón, llena de luz nuestra mente para que te tratemos cada vez más y te conozcamos mejor. Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor para que, transformados por tu fuerza, te pongamos en la entraña de nuestro ser y de nuestro obrar, y todo lo hagamos bajo tu impulso.

ORACIÓN FINAL: 

Señor y Dios nuestro,
fuente de alegría y de esperanza,
hemos vivido con tu Hijo los acontecimientos de su Resurrección y Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo;
haz que la contemplación de estos misterios nos llene de tu gracia y nos capacite
para dar testimonio de Jesucristo
en medio del mundo.

Te pedimos por tu Santa Iglesia:
que sea fiel reflejo
de las huellas de Cristo en la historia y que, llena del Espíritu Santo,
manifieste al mundo los tesoros de tu amor,
santifique a tus fieles con los sacramentos y haga partícipes a todos los hombres
de la resurrección eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACIÓN A LA STMA. VIRGEN POR EL FIN DE LA PANDEMIA

Oh María, tu resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. Confiamos en ti, Salud de los enfermos, que junto a la cruz te asociaste al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe. Tú, salvación del pueblo de Dios que camina en Guadalcanal, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba. Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y hacer lo que nos diga Jesús que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y se ha cargado con nuestros dolores para llevarnos, a través de la cruz a la alegría de la resurrección. Amén. 

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita! ¡Amén! 
María Santísima de la Alegría, Ruega por nosotros.


domingo, 26 de abril de 2020

EJERCICIO DEL VIA LUCIS (XIII ESTACIÓN)


MEDITACIÓN:

Todos se han reunido para la despedida del Maestro. Sienten el dolor de la separación, pero el Señor les ha llenado de esperanza. Una esperanza firme: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". Por eso los ángeles les sacan de esos primeros instantes de desconcierto, de "mirar al cielo". Es el momento de ponerse a trabajar, de emplearse a fondo para llevar el mensaje de alegría, la Buena Noticia, hasta los confines del mundo, porque contamos con la compañía de Jesús, que no nos abandona. Y no podemos perder un instante, porque el tiempo no es nuestro, sino de Dios, para quemarlo en su servicio.

Jesucristo ha querido ir por delante de nosotros, para que vivamos con la ardiente esperanza de acompañarlo un día en su Reino. Y está sentado a la derecha del Padre, hasta que vuelva al final de los tiempos.

ORACIÓN:

Señor Jesús, tu ascensión al cielo nos anuncia la gloria futura que has destinado para los que te aman. Haz, Señor, que la esperanza del cielo nos ayude a trabajar sin descanso aquí en la tierra. Que no permanezcamos nunca de brazos cruzados, sino que hagamos de nuestra vida una siembra continua de paz y de alegría.

Paz y Bien.

sábado, 25 de abril de 2020

Santa María de Guaditoca, patrona nuestra.




Último sábado de abril. La Pascua Florida se abre paso. Los campos verdes en su máximo esplendor; la jara, el romero anuncian que la Virgen va a salir por estos senderos para venir a su pueblo. Debería ser así; un día grande de Guadalcanal, cuando su madre protectora bajo la advocación de Guaditoca sale de su ermita en la vega del encinar para dejar atrás esas leguas que le separan de pueblo. 

Las circunstancias tan excepcionales que estamos viviendo no van a permitir reencontrarnos físicamente con la Santísima Virgen de Guaditoca; por eso hoy, en esta romería de venida, te pedimos Virgen Bendita, abogada nuestra, que protejas  a todo tu pueblo de esta pandemia; sanes a los enfermos y auxilies a los profesionales que se dejan el alma durante largas horas de trabajo. 

Hoy volvemos nuestros ojos hasta tu ermita de la Vega y te rezamos cantando, llorando o en silencio recemos el Regina Coeli:

V/. Reina del Cielo, alégrate; aleluya.

R/. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.

V/. Resucitó según dijo; aleluya.

R/. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;

V/. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.

R/. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.

Oración:

¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de la Virgen María, su Madre, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

viernes, 24 de abril de 2020

EJERCICIO DEL VIA LUCIS (XII ESTACIÓN)




MEDITACIÓN:

Los últimos días de Jesús en la tierra junto a sus discípulos debieron quedar muy grabados en sus mentes y en sus corazones. La intimidad de la amistad se ha ido concretando con la cercanía del resucitado, que les ha ayudado a saborear estos últimos instantes con Él. Pero el Señor pone en su horizonte toda la tarea que tienen por delante: "Id al mundo entero...". Ese es su testamento: hay que ponerse en camino para llevar a todos el mensaje que han visto y oído. Están por delante las tres grandes tareas de todo apóstol, de todo cristiano: predicar, hablar de Dios para que la gente crea; bautizar, hacer que las personas lleguen a ser hijos de Dios, que celebren los sacramentos; y vivir según el Evangelio, para parecerse cada día más a Jesús, el Maestro, el Señor.

ORACIÓN:

Señor Jesús, que llenaste de esperanza a los apóstoles con el dulce mandato de predicar la Buena Nueva, dilata nuestro corazón para que crezca en nosotros el deseo de llevar al mundo, a cada hombre, a todo hombre, la alegría de tu Resurrección, para que así el mundo crea, y creyendo sea transformado a tu imagen.

Paz y Bien.

jueves, 23 de abril de 2020

EJERCICIO DEL VIA LUCIS (XI ESTACIÓN)




MEDITACIÓN:

Pedro, el impulsivo, el fogoso, queda a solas con el Señor. Y se siente avergonzado porque le ha fallado cuando más lo necesitaba. Pero Jesús no le reprocha su cobardía: el amor es más grande que todas nuestras miserias. Le lleva por el camino de renovar el amor, de recomenzar, porque nunca hay nada perdido. Las tres preguntas de Jesús son la mejor prueba de que Él sí es fiel a sus promesas, de que nunca abandona a los suyos: siempre está abierta, de par en par, la puerta de la esperanza para quien sabe amar. La respuesta de Cristo, Buen Pastor, es ponerle a él y a sus Sucesores al frente de la naciente Iglesia, para pastorear al Pueblo de Dios con la solicitud de un padre, de un maestro, de un hermano, de un servidor. Así, Pedro, el primer Papa, y luego sus sucesores son "el Siervo de los siervos de Dios".

ORACIÓN:

Señor Jesús, que sepamos reaccionar antes nuestros pecados, que son traiciones a tu amistad, y volvamos a Ti respondiendo al amor con amor. Ayúdanos a estar muy unidos al sucesor de Pedro, al Santo Padre el Papa, con el apoyo eficaz que da la obediencia, porque es garantía de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al Evangelio.


Paz y Bien.

miércoles, 22 de abril de 2020

EJERCICIO DEL VIA LUCIS (X ESTACION)


MEDITACIÓN:


En los momentos de incertidumbre, los apóstoles se unen en el trabajo con Pedro. La barca de Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de la Iglesia, cuyos miembros, a lo largo de la historia están llamados a poner por obra el mandato del Señor: "seréis pescadores de hombres". Pero no vale únicamente el esfuerzo humano, hay que contar con el Señor, fiándonos de su palabra, y echar las redes. En las circunstancias difíciles, cuando parece que humanamente se ha puesto todo por nuestra parte, es el momento de la confianza en Dios, de la fidelidad a la Iglesia, a su doctrina. El apostolado, la extensión del Reino, es fruto de la gracia de Dios y del esfuerzo y docilidad del hombre. Pero hay que saber descubrir a Jesús en la orilla, con esa mirada que afina el amor. Y Él nos premiará con frutos abundantes.

ORACIÓN:

Señor Jesús, haz que nos sintamos orgullosos de estar subidos en la barca de Pedro, en la Iglesia. Que aprendamos a amarla y respetarla como madre. Enséñanos, Señor, a apoyarnos no sólo en nosotros mismos y en nuestra actividad, sino sobre todo en Ti. Que nunca te perdamos de vista, y sigamos siempre tus indicaciones, aunque nos parezcan difíciles o absurdas, porque sólo así recogeremos frutos abundantes que serán tuyos, no nuestros.

Paz y Bien.

martes, 21 de abril de 2020

EJERCICIO DEL VÍA LUCIS (IX ESTACIÓN)



MEDITACIÓN:


Tomás no se deja convencer por las palabras, por el testimonio de los demás apóstoles, y busca los hechos: ver y tocar. Jesús, que conoce tan íntimamente nuestro corazón, busca recuperar esa confianza que parece perdida. La fe es una gracia de Dios que nos lleva reconocerlo como Señor, que mueve nuestro corazón hacia Él, que nos abre los ojos del espíritu. La fe supera nuestras capacidades pero no es irracional, ni algo que se imponga contra nuestra libertad: es más bien una luz que ilumina nuestra existencia y nos ayuda y fortalece para reconocer la verdad y aprender a amarla. ¡Qué importante es estar pegados a Cristo, aunque no lo sintamos cerca, aunque no lo toquemos, aunque no lo veamos!

ORACIÓN:


Señor Jesús, auméntanos la fe, la esperanza y el amor. Danos una fe fuerte y firme, llena de confianza. Te pedimos la humildad de creer sin ver, de esperar contra toda esperanza y de amar sin medida, con un corazón grande. Como dijiste al apóstol Tomás, queremos, aún sin ver, rendir nuestro juicio y abrazarnos con firmeza a tu palabra y al magisterio de la Iglesia que has instituido, para que tu Pueblo permanezca en la verdad que libera.

Paz y Bien.

lunes, 20 de abril de 2020

CONTINUACIÓN DEL EJERCICIO DEL VÍA LUCIS (VIII ESTACIÓN)

Finalizada la Octava de Pascua, seguimos desgranando las estaciones del Ejercicio del Vía Lucis Pascual que rezamos el pasado Domingo de Resurrección hasta finalizarlo el próximo domingo III del tiempo pascual. La estructura que utilizaremos sera que siguiente:

INFOGRAFÍA DE LA ESTACIÓN
MEDITACIÓN 
ORACIÓN FINAL.




MEDITACIÓN:

Los apóstoles no han terminado de entender lo que ha ocurrido en estos días, pero eso no importa ahora, porque Cristo está otra vez junto a ellos. Vuelven a vivir la intimidad del amor, la cercanía del Maestro. Las puertas están cerradas por el miedo, y Él les va a ayudar a abrir de par en par su corazón para acoger a todo hombre. Durante la Última Cena les dio el poder de renovar su entrega por amor: el poder de celebrar el sacrificio de la Eucaristía. En estos momentos, les hace partícipes de la misericordia de Dios: el poder de perdonar los pecados. Los apóstoles, y con ellos todos los sacerdotes, han acogido este regalo precioso que Dios otorga al hombre: la capacidad de volver a la amistad con Dios después de haberlo abandonado por el pecado, la reconciliación.

ORACIÓN: 

Señor Jesús, que sepamos descubrir en los sacerdotes otros Cristos, porque has hecho de ellos los dispensadores de los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos de Ti por el pecado, ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu misericordia en el sacramento de la Penitencia. Porque la Penitencia limpia el alma, devolviéndonos tu amistad, nos reconcilia con la Iglesia y nos ofrece la paz y serenidad de conciencia para reemprender con fuerza el combate cristiano.

Paz y Bien.

domingo, 19 de abril de 2020

II DOMINGO DE PASCUA O DE LA MISERICORDIA

Hermanos, por séptimo día,  nos disponemos a meditar acerca del misterio glorioso de la Resurrección. Con el corazón lleno de gozo por vivir la alegría de Jesús Resucitado, dispongámonos a vivir en este séptimo y último día de la Octava de Pascua como una prolongación del Domingo de Resurrección. Pongamos en manos de Jesús Resucitado, a todos los que trabajan por erradicar esta pandemia. Recemos por la recuperación de los enfermos y pidamos al Señor que se apiade de las almas de los que ha perecido para que lleguen a contemplar la luz de Cristo Resucitado. En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo,un padrenuestro por todos los hermanos y hermanas de nuestra A.Parroquial.

EJERCICIO DEL VÍA LUCIS PASCUAL (SÉPTIMA ESTACIÓN)


EVANGELIO DEL DÍA:

Lectura del santo evangelio según San Juan (20, 19-31)

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

MEDITACIÓN: 
Nosotros, como Tomás, somos duros, pragmáticos, rebeldes. Tomás es un perfecto representante del hombre de nuestro tiempo. De todos los tiempos. De cada uno de nosotros. ¡Cuántas pruebas exigimos para creer! ¡Cuántas resistencias interiores y cuánto empedernimiento antes de doblegar nuestra cabeza y nuestro corazón ante nuestro Señor! Exigimos tener todas las pruebas y evidencias en la mano para dar un paso hacia adelante. Si no, como Tomás, ¡no creemos! Como se dice vulgarmente, “no damos un paso sin huarache”.

Creemos a nuestros padres porque son nuestros padres y porque sabemos que ellos no nos pueden engañar; creemos al médico en el diagnóstico de una enfermedad, aun cuando no estamos seguros de que acertará; creemos a los científicos o a los investigadores porque saben más que nosotros y respetamos su competencia respectiva, aunque muchas veces se equivocan. Y, sin embargo, nos sentimos con el derecho y la desfachatez de oponernos a Dios cuando no entendemos por qué Él hace las cosas de un determinado modo… ¿Verdad que somos ridículos y tontos?

Nosotros nos comportamos muchas veces como el bueno de Tomás. Tal vez su incredulidad y escepticismo eran fruto de la crisis tan profunda en la que había caído. ¡En sólo tres días habían ocurrido cosas tan trágicas, tan duras y contradictorias que le habían destrozado totalmente el alma! Su Maestro había sido arrestado, condenado a muerte, maltratado de una manera bestial, colgado de una cruz y asesinado. Y ahora le vienen con que ha resucitado… ¡Demasiado bello para ser verdad! Seguramente habría pensado que con esas cosas no se juega y les pide que lo dejen en paz. Había sido tan amarga su desilusión como para dar crédito a esas noticias que le contaban ahora sus amigos…

A nosotros también nos pasa muchas veces lo mismo. Nos sentimos tan decepcionados, tan golpeados por la vida y tan desilusionados de las cosas como para creer que Cristo ha resucitado y realmente vive en nosotros. Nos parece una utopía, una ilusión fantástica o un sueño demasiado bonito para que sea verdad. Y, como Tomás, exigimos también nosotros demasiadas pruebas para creer.

Nuestra incredulidad es también fruto de la mentalidad materialista, mecanicista y fatuamente cientificista de la educación técnica y pragmática del mundo moderno, que se resiste a todo lo que no es empíricamente verificable. Exactamente igual que Tomás.

Pero la fe es, por definición, creer lo que no vemos y dar el libre asentimiento de nuestra mente, de nuestro corazón y de nuestra voluntad, a la palabra de Dios y a las promesas de Cristo, aun sin ver nada, confiados sólo en la autoridad de Dios, que nos revela su misterio de salvación. Esto nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica. Es lo que aprendimos desde niños. Es lo que nos dice también el capítulo 11 de la carta a los Hebreos. Y, sin embargo, ¡cuánto nos cuesta a veces confiar en Cristo sin condiciones!

Pero sólo Cristo resucitado tiene palabras de vida eterna y el poder de darnos esa vida eterna que nos promete. ¡Porque es Dios verdadero y para Él no hay nada imposible!

Acordémonos, pues, del apóstol Tomás y de la promesa de Cristo: "Dichosos los que crean sin haber visto". La fe es un don de Dios que transforma totalmente la existencia y la visión de las cosas.

sábado, 18 de abril de 2020

SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hermanos, por sexto día,  nos disponemos a meditar acerca del misterio glorioso de la Resurrección. Con el corazón lleno de gozo por vivir la alegría de Jesús Resucitado, dispongámonos a vivir en este sexto día de la Octava de Pascua como una prolongación del Domingo de Resurrección. Pongamos en manos de Jesús Resucitado, a todos los que trabajan por erradicar esta pandemia. Recemos por la recuperación de los enfermos y pidamos al Señor que se apiade de las almas de los que ha perecido para que lleguen a contemplar la luz de Cristo Resucitado. En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo,un padrenuestro por todos los nuevos hermanos que iba a ser recibidos en el día de hoy ante la mirada cargada de mansedumbre del Señor Resucitado.

EJERCICIO DEL VÍA LUCIS PASCUAL (SEXTA ESTACIÓN)



EVANGELIO DE DÍA: 

Lectura del santo evangelio según San Marcos (16, 9-15)

Resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.

Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».

MEDITACIÓN:

Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe. (1 Co, 15,14). Desde la primera generación cristiana la Iglesia se reconoce en esta expresión de San Pablo. El problema que se ha siempre presentado es aquél de cómo interpretar esta verdad central del credo. ¿Quiere decir que ha resucitado verdaderamente, es decir, que vive por siempre en su cuerpo y no solamente como simple manera espiritual?

Es esto lo que afirma la Escritura y la fe de la Iglesia. La resurrección en cuanto tal, es decir, el acto por el cual Dios glorifica a Jesús, es inaccesible y se puede alcanzar sólo por la fe. Por eso es importante que este hecho no huya de la búsqueda histórica. Es inimaginable la primera predicación cristiana, sin la experiencia pascual de los apóstoles que testimonian que Jesús se ha manifestado muchas veces antes de la muerte. Sólo esta verdad da un significado auténtico y trascendental a la propia existencia, la ilumina y la hace vivir con optimismo. La resurrección de Cristo es vida para los difuntos, perdón para los pecadores, gloria para los santos. Todo tiene razón de existir con la resurrección de Cristo y el mismo dolor se transforma.

viernes, 17 de abril de 2020

VIERNES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hermanos, por quinto día,  nos disponemos a meditar acerca del misterio glorioso de la Resurrección. Con el corazón lleno de gozo por vivir la alegría de Jesús Resucitado, dispongámonos a vivir este quinto día de la Octava de Pascua como una prolongación del Domingo de Resurrección. Pongamos en manos de Jesús Resucitado, a todos los que trabajan por erradicar esta pandemia. Recemos por la recuperación de los enfermos y pidamos al Señor que se apiade de las almas de los que ha perecido para que lleguen a contemplar la luz de Cristo Resucitado. En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo,un padrenuestro el alma de los difuntos de nuestra comunidad parroquial, en especial por el alma de Doña María Jesús Galván. 

EJERCICIO DEL VÍA LUCIS PASCUAL (QUINTA ESTACIÓN).


EVANGELIO DEL DÍA:

Lectura del santo evangelio según San Juan (21, 1-14)

Después de esto Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger». Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.

Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

MEDITACIÓN:

La escena para este viernes in albis sucede en Galilea, donde el Señor había dirigido los pasos de sus discípulos para reencontrarse. Pero el reencuentro está envuelto en el misterio. Han regresado a sus ocupaciones de pescadores del lago Tiberiades y pasan una noche entera faenando hasta que al amanecer, descubren una presencia que les dirige la pesca con un tino inexplicable. Entonces, el evangelista que más y mejor escribirá sobre la divinidad de Jesús es el primero en reconocerlo en cuerpo carnal. El Señor se ha transformado. Dice Romano Guardini explicando la misteriosa aparición de Jesús en el mar de Galilea que, “ahora, su vida es distinta de la precedente”. Y que esa existencia misteriosa que deja casi sin habla a los apóstoles es también radicalmente corpórea “y contiene a Jesús entero, su modo de ser, su carácter; más aun, toda la vida que ha vivido, el destino que hubo de asumir, su pasión y su muerte”. Eso es lo que los apóstoles están contemplando en Él. La Resurrección ha inaugurado un nuevo modo de estar ya que no ha modificado el ser: “Nada ha quedado suprimido, nada se ha reducido a una nueva apariencia evanescente. Todo en él es realidad perceptible, aunque transformada”, sostiene Guardini. Todo en Jesús resucitado es nuevo, todo lo puede hacer nuevo. Quedémonos con eso.

jueves, 16 de abril de 2020

JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hermanos, por cuarto día,  nos disponemos a meditar acerca del misterio glorioso de la Resurrección. Con el corazón lleno de gozo por vivir la alegría de Jesús Resucitado, dispongámonos a vivir este cuarto día de la Octava de Pascua como una prolongación del Domingo de Resurrección. Pongamos en manos de Jesús Resucitado, a todos los que trabajan por erradicar esta pandemia. Recemos por la recuperación de los enfermos y pidamos al Señor que se apiade de las almas de los que ha perecido para que lleguen a contemplar la luz de Cristo Resucitado. En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo,un padrenuestro por los todos los profesionales que trabajan y velan por nuestra seguridad y salud, en especial por los que llevan a cabo esta misión en nuestro pueblo.

EJERCICIO DEL VÍA LUCIS PASCUAL (CUARTA ESTACIÓN).


EVANGELIO DEL DÍA: 

Lectura del santo evangelio según San Lucas (24, 35-48)

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí». Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».

MEDITACIÓN:

La octava de Pascua en la que estamos toda esta semana festejando la alegría de la Resurrección como un ritornello, nos va mostrando las sucesivas apariciones del Resucitado a sus discípulos. Primero a María Magdalena, después a los discípulos de Emaús -del que sólo acertamos a conocer un nombre, el de Cleofás- y hoy al resto de los apóstoles, justo cuando aquellos estaban dando noticias del inesperado encuentro. Cristo glorioso irrumpe en medio de ellos y ese verbo connota la forma que tiene de hacerse presente. No es una visión en el sentido que damos al embeleso de los sentidos ni es un espíritu sin cuerpo, como un alma vagando en pena conforme a la creencia popular de la época. Pero no es esa la forma que tiene el Viviente de presentarse a los suyos: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona». Es en persona. Y tiene hambre y le dan de comer un trozo de pescado asado que había sobrado, suponemos. ¿Desde cuándo los espíritus tienen hambre y se sacian con pescado asado? No es un fantasma, no es ningún espectro el que así les habla y les anuncia, entonces sí, una vez glorificado, el cumplimiento de una promesa de Dios a su pueblo: el Espíritu Santo, fuerza de lo alto, que auxilie y reconforte.



miércoles, 15 de abril de 2020

MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hermanos, por tercer día,  nos disponemos a meditar acerca del misterio glorioso de la Resurrección. Con el corazón lleno de gozo por vivir la alegría de Jesús Resucitado, dispongámonos a vivir este tercer día de la Octava de Pascua como una prolongación del Domingo de Resurrección. Pongamos en manos de Jesús Resucitado, a todos los que trabajan por erradicar esta pandemia. Recemos por la recuperación de los enfermos y pidamos al Señor que se apiade de las almas de los que ha perecido para que lleguen a contemplar la luz de Cristo Resucitado. En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo, un padrenuestro por el alma de Don Adolfo Rivero Durán.

EJERCICIO DEL VÍA LUCIS PASCUAL (TERCERA ESTACIÓN).



EVANGELIO DEL DÍA: 


Lectura del santo evangelio según San Lucas (24, 13-35 )

Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?». Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?». Él les dijo: «¿Qué?». Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió.

Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron». Entonces él les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?». 

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

MEDITACIÓN:

Si en el Evangelio de ayer, dejábamos a María Magdalena reconociendo al Señor por la Palabra que le dirige al nombrarla, hoy encontramos en el conocido pasaje de los discípulos de Emaús otra forma de reconocer la presencia de Cristo resucitado en nuestra vida: ellos mismos cuentan todo lo que les había pasado con aquella aparición miseriosa y “cómo lo habían reconocido al partir el pan”. En efecto, desde los primeros tiempos de las comunidades primitivas, la fracción del pan es la forma en que los cristianos tenemos de reconocer la presencia -real y verdadera en cuerpo, sangre, alma y divinidad como dice el Catecismo- de Cristo en la eucaristía. 

Desgraciadamente, esa forma de experimentar la cercanía del Viviente está limitada en estos tiempos de pandemia y no es posible participar sacramentalmente nada más que para un reducidísimo porcentaje del pueblo de Dios, singularmente los presbíteros y un minúsculo grupo de ayudantes en cada celebración. Por eso, en tiempos de comunión espiritual como los presentes, resulta más interesante si cabe poner el acento en lo que supuso para los apóstoles la fracción del pan como medio, primero, de reconocer al Mesías y, luego, de hacer memorial de su pasión, muerte y resurrección en el sacrificio incruento del altar. También nosotros hoy, como los discípulos de Emaús, podemos preguntarnos de forma nada retórica: ¿no ardía nuestro corazón mientras nos explicaba las Escrituras los domingos en misa y comíamos del mismo pan que los hermanos? Tal vez la imposibilidad física -queda el recurso virtual de las retransmisiones- de hacerlo  nos haga valorar todavía más el tesoro que tenemos en el sacramento de la Eucaristía.

martes, 14 de abril de 2020

MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hermanos, por segundo día,  nos disponemos a meditar acerca del misterio glorioso de la Resurrección. Con el corazón lleno de gozo por vivir la alegría de Jesús Resucitado, dispongámonos a vivir este segundo día de la Octava de Pascua como una prolongación del Domingo de Resurrección. Pongamos en manos de Jesús Resucitado, a todos los que trabajan por erradicar esta pandemia. Recemos por la recuperación de los enfermos y pidamos al Señor que se apiade de las almas de los que ha perecido para que lleguen a contemplar la luz de Cristo Resucitado. En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo, un padrenuestro por los fallecidos a causa de la pandemia. 

EJERCICIO DEL VÍA LUCIS PASCUAL (SEGUNDA ESTACIÓN).



EVANGELIO DEL DÍA: 

Lectura del santo evangelio según San Juan (20, 11-18)

Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto»

MEDITACIÓN:

El arte religioso ha dado abundantísimas muestras de esta escena bellísima del encuentro entre la Magdalena y el Cristo glorioso, nombrado por la frase de la Vulgata (la original traducción de la Biblia al latín) con que Jesús resucitado responde a la mujer: “Noli me tangere”, nuestro “No me retengas”. Parece una frase plenamente adaptable a nuestro tiempo histórico, dominado por lo que llaman “distancia social”, el eufemismo del que hemos echado mano para justificar que no podemos rozarnos siquiera y que debemos alejarnos unos de otros. Con esa misma distancia se produce el encuentro entre María Magdalena y su Maestro. Pero ese alejamiento físico -que es el mismo que media entre nuestro tiempo y el tiempo histórico de Jesús el Nazareno- queda roto por aquello que es más reconocible para sus discípulos: su Palabra. Jesús la llama por su nombre y María la de Magdala, enseguida reconoce a su Señor, quisiera quedarse en su presencia, abrazarlo e impedirle que se fuera. Es la Palabra la que marca el camino del encuentro con el Señor, como una lámpara para nuestros pasos. Pero es evidente que María Magdalena no puede retener al Cristo glorioso, que es a la vez el mismo y diferente del que llevaron a enterrar tres días antes. No me retengas. En este tiempo en el que nos resulta impensable retener a alguien, quedémonos con lo más valioso que Jesús le entrega a sus discípulos en la persona de María Magdalena (precisamente una mujer como testigo de este encuentro): su voz claramente audible en su Palabra.
caminapalabra de Dios

Paz y Bien.

lunes, 13 de abril de 2020

LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hermanos, nos disponemos a meditar acerca del misterio glorioso de la Resurrección. Con el corazón lleno de gozo por vivir la alegría de Jesús Resucitado, dispongámonos a vivir estos días de la Octava de Pascua como una prolongación del Domingo de Resurrección. Pongamos en manos de Jesús Resucitado, a todos los que trabajan por erradicar esta pandemia. Recemos por la recuperación de los enfermos y pidamos al Señor que se apiade de las almas de los que ha perecido para que lleguen a contemplar la luz de Cristo Resucitado. En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo, un padrenuestro por los enfermos. 

EJERCICIO DEL VÍA LUCIS PASCUAL (PRIMERA ESTACIÓN).


EVANGELIO DEL DÍA: 

Lectura del santo evangelio según San Mateo (28, 8-15)

Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.

De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos». Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».

Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: «Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros». Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

MEDITACIÓN: 

Dos palabras brillan en medio de la turbación que la presencia del Que Vive les inspiraría a las mujeres, visto lo visto. Son dos estelas luminosas que deberían acompañar siempre la vida del cristiano, del seguidor que se ha encontrado cara a cara con la salvación que propone Jesús a su vida. «Alegraos» y «No temáis» son los faros que guían la nave de los discípulos, la propia Iglesia. Quien está alegre, no teme. Quien vive la alegría de sentirse unido a Jesús, afronta los riesgos con el corazón abierto, sin temores ni angustias que desfiguren su expectativa. Frente a esa actitud de mirar de frente a la realidad, la mirada torva de los soldados de la guardia que necesita inventar una mentira para tapar la realidad.

Paz y Bien.

Cultos en la Octava de Pascua

Queridos hermanos, fieles y comunidad parroquial.

Este año teníamos previsto celebrar, con solemnidad la Octava de Pascua de Resurrección con la imagen de Señor Resucitado en el presbiterio de la Parroquia y culminar dichos cultos el II domingo de Pascua, con Santa Misa y posterior procesión de Jesús Sacramentado bajo palio por los alrededores de la Parroquia. Durante los días de la Octava celebramos, constantemente, el Domingo de Resurrección. Por ello, dadas las circunstancias, celebraremos la Octava de forma virtual, a través de las redes sociales de nuestra A.Parroquial.

Cada día pondremos una estación del Via Lucis y posteriormente el Evangelio del día para su lectura y meditación. A partir de las 20:30 horas todos los días de esta semana de Octava de Pascua.

Paz y Bien,
¡CRISTO VIVE, ALELUYA, ALELUYA!.

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

domingo, 12 de abril de 2020

¿Cómo un final puede ser tan bonito?


Ponemos punto y seguido a las publicaciones en el día de hoy  con texto que nos remitió nuestro hermano Jacobo Moyano para la edición de la revista de Semana Santa del presente año que no llegó a publicarse. Esperemos que lo disfruten hoy, en las últimas horas del Domingo de Resurrección. Dios os bendiga todos. Feliz y gloriosa Pascua de Resurrección a todos.

¿Cómo un final puede ser tan bonito?



Domingo de Resurrección, el fin de año de los cofrades del pueblo de Guadalcanal, donde acaba y a la misma vez empieza su año, muy distinto y lejano de ese 31 de Diciembre que incumbe al resto de los mortales.

Un domingo propio, un domingo que rompe con todo, donde el carácter formado durante muchos años y su idiosincrasia articulan una gran y joven familia que compone el Domingo de Resurrección de la Semana Santa de Guadalcanal.


En un año tan especial, no se puede olvidar la palabra evolución, no dejándola atrás, teniéndola presente en este 2020 más que nunca. Un camino evolutivo que comenzó con ilusión, la ilusión de unos niños que emprendían un camino largo, un camino distinto, ilusión que sigue intacta, con una niñez infinita, gracias a ese carácter y que el propio paso del tiempo hará que perdure.


Cierto es, que estas palabras salen de una visión participante de este bonito final, de un corazón que supo apreciar el trabajo de “los chavales del domingo”, que rápido reconocido el carácter familiar de este domingo. Pero he de añadir, que si esta visión fuese desde un ámbito de “mirón” no distaría mucho de esta visión participativa de los hechos.

Ese carácter rompedor, familiar y humano es lo que hace del Domingo de Resurrección un domingo más que especial y diferente para los cofrades de la localidad, sobre todo para aquellos que lo viven desde dentro. Un domingo donde los jóvenes siempre tendrán un apoyo donde comenzar a dar sus primeros pasos en el mundo de la costalería, cimentando así sus bases, bajo los pilares de la juventud, la ilusión y su particular carácter.

No todo es idílico, existen factores coyunturales que llevan al fallo, porque este día podrá ser muchas cosas, pero sobre todo es humano, quizás, el domingo más humano que podamos vivir, menos actual, menos “burocratizado” que el resto, este carácter lo da lo humano, una humanidad, que para bien o para mal, es donde reside la grandeza del Domingo de Resurrección.

Para el final, me gustaría no acabar, sino empezar proponiendo, rompiendo una lanza, en favor de esta familia del Domingo de Resurrección. Valoren, denle oportunidades, ténganlos como ejemplo en sus vidas y sobre todo, disfruten de los que siempre serán “los chavales del domingo”.
 Por qué, ¿Acaso hay un final más bonito que el Domingo de Resurrección?

Jacobo Moyano Rubio.

DOMINGO DE RESURRECCIÓN (V)




A continuación os mostramos la segunda entrega del  vídeo anterior que enlaza con el Domingo de Resurrección de 2005 y prosigue su avance con escenas del año 2006 hasta la actualidad. Gracias hermano Juan por el montaje. Dios te bendiga. 

Paz y Bien. 

DOMINGO DE RESURRECCIÓN (IV)



A continuación os mostramos un vídeo en el que podemos ver escenas de otros tiempos, en concreto la entrada de Jesús Resucitado en el Domingo de Resurrección del año 1992 y a renglón seguido, un fragmento de la Misa de Resurrección del año 2005 oficiada por el añorado Padre Eduardo y los preparativos para la procesión de ese año.

El vídeo ha sido realizado por nuestro hermano Juan Cantero.

REZO DEL PIADOSO VIA LUCIS



VIA LUCIS A.P. DE LA SAGRADA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Y SANTA MARÍA MAGDALENA.

Preparemos con gozo esta oración y meditemos los misterios gloriosos de la Resurrección.

¡RESURREXIT, SICUT DIXIT, ALLELUIA!





Queridos hermanos;

Alegraos el espíritu porqué el Señor ha resucitado; ha vencido a la muerte y al pecado y se nos presenta victorioso, exultante y cargado de esperanza. Yo soy el camino, la verdad y la vida. Cristo, el Resucitado nos promete la vida eterna y un nuevo tiempo de esperanza.

Feliz Pascua de Resurrección a toda nuestra comunidad parroquial. Pedimos en esta Pascua por los enfermos, por la erradicación de esta pandemia que está asolando miles de vidas. 

Como bien sabéis, dadas las circunstancias por la que estamos atravesando, se tuvo que aplazar la bendición de la imagen del Señor Resucitado que estaba prevista para el domingo 15 de marzo. Así mismo días después se acordó la suspensión de los desfiles procesionales durante la presente Semana Santa.

Por ello, hoy Domingo de Resurrección hemos preparado una serie de cultos y actos virtuales que empezarán a las 12:30 horas  con el rezo del Via Lucis, el camino de luz del Resucitado que siguió durante los 50 días hasta la venida del Espíritu Santo para después seguir a lo largo de la tarde con diferentes documentales históricos, vídeos de la procesión del pasado año, así como aquello que queráis compartir con nosotros.  Lo podréis seguir todo a través de nuestros canales de información habituales.

Con la esperanza puesta en los ojos del Señor Resucitado, recibid un afectuoso saludo en Cristo.

Paz y Bien.

sábado, 11 de abril de 2020

SÁBADO SANTO



Queridos hermanos en el Santísimo Sacramento, Santísimo Xto. de las Aguas y Nuestra Señora de los Dolores. Hermandad Sacramental de Las Tres Horas.

Es Sábado Santo. Antiguamente, los lugareños con su sabía sapiencia, llamaban al sábado como el sábado de Gloria. Y a decir verdad, queridos hermanos, este día de penitencia es el puente de la muerte a la vida y su carácter de gloria siempre estará ahí.

 Nuestra A. Parroquial, desde bien temprano, última los detalles de la salida procesional de mañana. Los feligreses se afanan en preparar la parroquia para el día más grande para los cristianos, la celebración de la Noche Santa de la Resurrección con la Solemne Vigilia Pascual. Las imágenes de las hermandades vuelven a sus altares
Sin embargo, aún queda un resquicio de santidad en nuestra Parroquia. El Crucificado de las Aguas, inerte, muerto por amor extiende sus brazos en la cruz presidiendo su paso procesional de caoba y plata añeja; Cuatro hachones iluminan el caminar del Cristo Crucificado. 

Su bendita madre de los Dolores cobijada en el palio de color sacramental entrelaza sus manos para pedir a Dios que sus ojos vean resucitar a su hijo en la Noche Santa que está por llegar. Tres horas van desde que la Señora de los Dolores posa su palio en el frio mármol de la parroquia, hasta que la luz de la Resurrección inunda a la misma, entonces María Santísima abre sus manos y sus lágrimas se borran de sus sonrojadas mejillas. Ya no brota sangre del costado del Crucificado, sino, agua bendita para todos los cristianos.

Hermanos, que este día lo vivamos con gozo a pesar de todo, recemos juntos por la erradicación de la pandemia y por las almas que ya nos han precedido en la fe.



Paz y Bien.

La junta de la Sagrada Resurrección

Fotografías: Alejandro Zújar




Lectura del santo evangelio según San Mateo (28, 1-10)

Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: «Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado». Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.

De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos». Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».

viernes, 10 de abril de 2020

VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR


Queridos hermanos en el Santísimo Cristo Yacente y Nuestra Señora de la Soledad.

Viernes Santo de la Pasión del Señor. La querida Hermandad de los Negros, está dispuesta en la Parroquia para hacer su anual estación de penitencia como lo llevan haciendo desde hace siglos; primero desde el extinto convento de San Francisco, donde germinó la devoción a la Virgen de la Soledad y para después recalar en la Parroquia. 

Es por ello, queridos hermanos,  y  sabedores de la emoción que supone ver a nuestros titulares revestidos de majestad por las calles de la Guadalcanal Eterna; Así pues en nuestra memoria nos reencontramos con el Santo Sepulcro en el cuál el cuerpo inerte del Maestro perece dormitando a la espera de la Gloria Eterna de la Resurrección. A la espera de volver a la vida, y es que Nuestra Señora de la Soledad, en si misma, atesora en su cansado rostro cargado por la pena, la misma Vida. 
Virgen bendita, Soledad de Vida, a los pies de la Cruz, esperas que el Señor regrese a la Vida para regarnos de su luz en la Pascua Florida. Tú, bendita Madre de la Soledad, te pedimos desde esta humilde A.Parroquial que cese esta pandemia que arrebata vidas. Por ello, te imploramos auxilio y protección.  

Hermanos, que este día lo vivamos con gozo a pesar de todo, recemos juntos por la erradicación de la pandemia y por las almas que ya nos han precedido en la fe.



Paz y Bien.

La junta de la Sagrada Resurrección

Fotografías: Alejandro Zújar



Lectura del santo evangelio según San Juan (18, 1 — 19, 42)

Después de decir esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A Jesús, el Nazareno». Les dijo Jesús: «Yo soy». Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: «¿A quién buscáis?». Ellos dijeron: «A Jesús, el Nazareno». Jesús contestó: «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos». Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Maleo.

Dijo entonces Jesús a Pedro: «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».

La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo». Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?». Él dijo: «No lo soy». Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó: «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho». Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así contestas al sumo sacerdote?». Jesús respondió: «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?». Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: «¿No eres tú también de sus discípulos?». Él lo negó, diciendo: «No lo soy». Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo: «¿No te he visto yo en el huerto con él?». Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo: «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?». Le contestaron: «Si este no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos». Pilato les dijo: «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley». Los judíos le dijeron: «No estamos autorizados para dar muerte a nadie». Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?». Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?». Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí». Pilato le dijo: «Entonces, ¿tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz». Pilato le dijo: «Y ¿qué es la verdad?».

Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?». Volvieron a gritar: «A ese no, a Barrabás». El tal Barrabás era un bandido.

Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: «¡Salve, rey de los judíos!». Y le daban bofetadas.

Pilato salió otra vez afuera y les dijo: «Mirad, os lo saco afuera para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa». Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: «He aquí al hombre». Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Pilato les dijo: «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él». Los judíos le contestaron: «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios». Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más.

Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?». Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo: «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?». Jesús le contestó: «No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor». Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: «Si sueltas a ese, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el César».

Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: «He aquí a vuestro rey». Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera; crucifícalo!». Pilato les dijo: «¿A vuestro rey voy a crucificar?». Contestaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que al César». Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos». Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas “El rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: Soy el rey de los judíos”». Pilato les contestó: «Lo escrito, escrito está».

Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca». Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».

Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron».

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

-TURNO DE VELA AL SANTÍSIMO-


A esta hora debiera comenzar nuestro turno para velar al Santísimo reservado en el Monumento que cada año se instala en Parroquia de Santa María de la Asunción - Guadalcanal. Para esta madrugada del Viernes Santo os dejamos con la siguiente oración con el propósito de encontrarnos con la gracia de Jesús Sacramentado.


¡Oh Señor nuestro Sacramentado! Míranos aquí en tu adorable presencia. Venimos a bendecirte y alabarte en unión de los ángeles que invisiblemente rodean esa Hostia Divina.
Venimos a consagrarte esta Hora Santa, gozándonos de estar aquí, en tu acatamiento, a gustar de tu compañía y a conversar contigo, que tienes palabras de vida eterna.

Sí, Dios nuestro. Quisiéramos contemplarte a través de esa Hostia Santa con el tiernísimo afecto con que os miraba tu Madre: con aquella devoción con que os seguían tus discípulos, y muy singularmente el Discípulo Amado, cuando la noche de la Cena reclinó su cabeza sobre tu ardiente Corazón.

Nos sentimos felices de hallarnos junto a Ti, y queremos aprovechar todos los momentos de esta Hora Santa para hacerte compañía, que tu presencia nos hace tan agradable. Concédenos, oh Jesús, no dormirnos, como se durmieron tus apóstoles la noche tristísima de tu agonía en el Huerto de los Olivos.

Míranos, Señor; somos tus hijos, a quienes tantas veces habéis alimentado con tu mismo Cuerpo y Sangre.
¡Señor! Vuelve hacia nosotros tus ojos misericordiosos; pon en nuestros pensamientos una ráfaga de la luz de tu Rostro, y en nuestros corazones una centellita siquiera del fuego que abrasa tu dulcísimo Corazón.

Concédenos, oh Jesús, sentir hondamente la verdad de aquellas palabras del Real Profeta: "es mejor una hora en tu Casa, que mil años en compañía de los pecadores".

Paz y Bien.

MADRUGADA DEL VIERNES SANTO



Queridos hermanos en Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Amargura.

La noche cayó hacen unas horas. La Vera Cruz haciendo su anual Estación de Penitencia por los anales del alma crucera. El Santísimo se hace presente en el Monumento. Y entre tanto, Nuestro Padre Jesús Nazareno y su bendita Madre, María Santísima de la Amargura, aguardan en la penumbra sepulcral de Santa María, a que el reguero de penitentes morados y blancos de capa morada, costaleros y monaguillos lleguen hasta las plantas de sus devociones para cumplir con el mandato, hacer protestación pública de fe en la madrugada santa de Guadalcanal. 

Es por ello y  sabedores de la emoción que supone ver a nuestros titulares revestidos de majestad por las calles de la Guadalcanal Eterna; reencontrándonos con Jesús Nazareno y María de la Amargura en cualquier esquina al alba del Viernes Santo. Sin embargo, este año, no os quepa duda que nuestros corazones albergan ese sentir, todo lo que hoy anhelamos por las tristes circunstancias por la que estamos atravesando.


Padre Jesús subirá la calle Granillos al compás de una marcha que lo haga caminar hasta el Espíritu Santo. Bendita Madre de la Amargura, San Juan no te deja sola;  Discípulo amado agarra fuerte la mano de la hebrea amarga para que cuando tus hijos vuelvan a tu encuentro tengan el  consuelo a tanta sinrazón por la que estamos viviendo. Perdona a tu pueblo, Señor. 


Hermanos, que este día lo vivamos con gozo a pesar de todo, recemos juntos por la erradicación de la pandemia y por las almas que ya nos han precedido en la fe.

A la memoria del eterno capataz, Ángel.



Paz y Bien.

La junta de la Sagrada Resurrección

Fotografías: Alejandro Zújar

jueves, 9 de abril de 2020

JUEVES SANTO. INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA. DÍA DEL AMOR FRATERNO



Queridos hermanos en el Santísimo Cristo Amarrado a la columna y María Santísima de la Cruz Hermandad de la Santa Vera + Cruz

Hoy es Jueves Santo, no cabe duda. Comienza el Triduos Pascual, la celebración más importante y trascendental del orbe cristiano. Nos preparamos para llegar a la Noche Santa de la Resurrección.  Es el día de los Oficios de la Cena del Señor. Hermanos, hoy es un día muy importante, se instituye por vez primera la Eucaristía en la noche Santa del jueves. Es del día del Amor Fraterno. 

Es por ello que sabedores de la emoción que nos supone ver a nuestros titulares en la calle, dando testimonio público de fe como cada año a la caída de la tarde del Jueves Santo. Sin embargo, este año, no os quepa duda que nuestros corazones albergan todo lo que hoy anhelamos y que no está sucediendo.

El Santísimo Cristo Amarrado a la columna saldrá cautivo al encuentro del pueblo cristiano. Su espalda lacerada por crueles sayones, nos estremecerá, como siempre,  al caer la noche por los cantillos del pueblo. Su madre dolorosa de la Cruz, Virgen niña, primer sagrario del Señor, buscará como antaño la Concepción bajo su dulce balanceo de las bambalinas del palio, perdiéndose entre la muchedumbre que le reza en silencio y en la intimidad de su corazón.

Hermanos, que este día lo vivamos con gozo a pesar de todo, recemos juntos por la erradicación de la pandemia y por las almas que ya nos han precedido en la fe.

Paz y Bien.

La junta de la Sagrada Resurrección



Lectura del santo evangelio según San Juan (13, 1-15) 

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro y este le dice: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?». Jesús le replicó: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Simón Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

Paz y Bien. 

Fotografías: Alejandro Zújar.