martes, 26 de agosto de 2008

Las cabañuelas dan una Semana Santa sin lluvia

Las avispas y abejas construyeron sus panales orientadas hacia el levante y las golondrinas ya han levantado el vuelo hacia otras tierras. Estos y otros datos obtenidos de la madre naturaleza, unidos a la intuición y la sabiduría que dan los años, configuran la predicción meteorológica de Antonio Cimarro, cabañuelista aficionado natural de Tomares. Así, por la posición de los panales que Cimarro observó el año pasado, ya predijo que este verano no sería excesivamente caluroso. Con respecto a los movimientos migratorios de las golondrinas, el cabañuelista avanza que en esta temporada de otoño, tendremos lluvias tempranas. Cimarro se atreve a avanzar que la Semana Santa será respetada por las inclemencias meteorológicas.

Las cabañuelas, una pseudociencia no exacta que se encuentra profesionalizada, es una forma de pronosticar el tiempo del año siguiente que se remonta a la antigüedad. Estas cábalas, están basadas en el microclima de la zona donde se realiza el pronóstico a medio y largo plazo y se encuentran avaladas por el profundo conocimiento que el cabañuelista, que tradicionalmente ha sido pastor o agricultor, tiene de su entorno.

Hay varias formas de cabañuelas muy variadas, pero el 99 por ciento coincide en el mes de agosto. Más concretamente en sus doce primeros días. Cada uno de ellos, se corresponden con los doce meses del año siguiente, de modo que la información extraída en cada uno de esos días de agosto, una vez contrastada con las contracabañuelas, sirve para el pronóstico meteorológico de cada mes. Antonio Cimarro se encuentra inmerso en estos momentos en la elaboración de sus contracabañuelas, que se establecen del 13 al 24 de agosto, con una observación del tiempo en sentido inverso, esto es, desde las 24 a las 0 horas, «aunque la base de la predicción se fija en los 12 primeros días de agosto».

Así, según sus primeras estimaciones, Cimarro ya puede avanzar que la Semana Santa del 2009 se augura con buen tiempo, aunque en su inicio el cielo dará un pequeño susto, «pero nada que pueda preocupar a los cofrades».

Para la elaboración de sus cabañuelas, Antonio Cimarro se basa en los datos que anota observando la dirección y la humedad del viento, así como la dirección de las nubes, su tipología, y las franjas horarias en que aparecen y lo más curioso: el comportamiento de ciertos animales, como las hormigas o las aves. «El cambio de hábitos, de rutas, el vuelo alto o bajo... todo lo que se salga de lo habitual proporciona información válida para pronosticar el tiempo».

Cimarro también maneja pequeños trucos, como observar la humedad de la noche a través de las piedras de guijarros, de cantos lisos, en las que se adhiere la escarcha y el rocío. «Y suelo visitar las tascas antiguas y escuchar a los viejos que saben más que el mundo entero».
El pronóstico meteorológico de Antonio Cimarro afecta a la provincia de Sevilla, aunque se prolonga en 80 kilómetros a la redonda con lo que también repercute a una parte de Huelva y de Córdoba.

Conocimiento heredado

Cimarro aprendió el arte de pronosticar el tiempo mediante las cabañuelas de su abuelo materno, «Manolillo Montes, que era manijero del campo, jefe de cuadrilla de los que trabajaban al mismo tiempo. Como yo fui el primer nieto, me llevaba al campo y me hacía observar las hojas de los naranjos o el transitar de las hormigas, y ya sabíamos que el otoño sería bueno en cuanto a las lluvias, por ejemplo». Hay otros métodos y trucos que Antonio Cimarro heredó de su abuelo y que ha aprendido con los años. Pero prefiere reservárselos para él, «aunque me gustaría trasladárselo a mis hijos, para que continuaran con la tradición, aunque como los primeros escépticos con mis pronósticos son mi mujer y mis dos hijos, y mi perro no porque no habla, pues este secreto se irá conmigo cuando yo falte».

Cimarro, que acumula 37 años como trabajador del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla, afirma que «somos tan soberbios, y nos creemos tan poderosos, que creemos que podemos controlar la naturaleza, cuando ésta es la que realmente mueve el mundo, por mucho que mande el hombre. Y por muy previsores que seamos y por muchos pronósticos, jamás podremos controlarla».


ABC de Sevilla