domingo, 18 de mayo de 2025

V DOMINGO DE PASCUA




En este quinto domingo del tiempo de Pascua la liturgia nos invita a reflexionar sobre el mandamiento dado en la Última Cena, cuando la traición de Judas ya está en marcha, Jesús no responde con reproche ni con temor. En cambio, habla de gloria y de amor. Para Jesús, el momento más oscuro de su vida —la cruz— no es una derrota, sino el momento en que el amor alcanza su máxima expresión. Es ahí donde Dios es glorificado.

Y es precisamente en ese momento que Jesús da a sus discípulos un regalo inmenso: un mandamiento nuevo. No es simplemente una recomendación o un consejo moral. Es una forma de vida que define quiénes somos como seguidores de Cristo:

«Amaos unos a otros como yo os he amado».

Este amor no es genérico ni superficial. Es un amor concreto, que se entrega, que sirve, que perdona, que no pone condiciones. Jesús acababa de lavarles los pies a sus discípulos, incluido Judas. Esa es la medida del amor que Él nos propone: humilde, paciente, capaz de acoger incluso a quien nos hiere.

Hoy, Jesús nos recuerda que el verdadero signo de que le pertenecemos no son las palabras, ni los símbolos, ni las prácticas externas, sino el amor que somos capaces de vivir y de mostrar:

«En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».

Es un reto grande, porque amar como Cristo amó exige salir de uno mismo, mirar al otro con misericordia, perdonar, construir paz, dar sin esperar. Pero es también una promesa: cuando vivimos ese amor, Dios mismo se hace visible en medio de nosotros.

¡Cristo vive!

Paz y Bien

📷 Manuel Pinto Montero