Carta pastoral del arzobispo de Sevilla, mons. Juan José Asenjo Pelegrina, con motivo del inicio del nuevo curso pastoral 2013-2014.
A los sacerdotes, diáconos y seminaristas, miembros de la vida
consagrada, movimientos, asociaciones, hermandades y fieles todos de la
Archidiócesis.
Queridos hermanos y hermanas:
1. Todas las semanas me dirijo a vosotros
abordando distintos temas, con el fin de confirmaros en la fe y
acompañar el camino de la Iglesia en Sevilla. Ahora, al retomar los
trabajos del Evangelio después del verano, deseo compartir con vosotros
algunas orientaciones e iniciativas que van a encauzar la pastoral de la
Archidiócesis en el nuevo curso pastoral que iniciamos contando con
vuestra colaboración. En las palabras dirigidas por el Señor a los
setenta y dos discípulos cuando les envía a evangelizar, “¡Poneos en camino!”
(Lc 10,3a), encontramos la exhortación más entrañable y autorizada para
iniciar con amor, gratitud y responsabilidad nuestras tareas en el
campo de la evangelización en esta nueva oportunidad que el Señor nos
ofrece de seguirle y servirle en su Iglesia.
2. Toda tarea eclesial exige una fuerte
espiritualidad, un convencimiento interior, que impulsa la acción, la
interpreta y la fortalece ante las dificultades. La primera certeza de
la que debemos partir siempre es la primacía de la gracia de Dios. El
agente principal de la evangelización es el Espíritu Santo. Desde esta
convicción la liturgia nos invita a pedir: “Señor, que tu gracia
inspire, sostenga y acompañe nuestras obras, para que nuestro trabajo
comience en ti, como en su fuente, y tienda siempre a ti, como a su
fin”. Con esta súplica iniciamos nuestros trabajos pastorales en esta nueva etapa.
3.
La gracia de Dios pide nuestra colaboración y nuestro
compromiso personal. El obrero de la viña del Señor sabe que su vida no
queda al margen de su trabajo. La santidad personal constituye una
dimensión decisiva en el camino de la Nueva Evangelización, tanto para
el evangelizador como para el bien de los evangelizados. La Nueva
Evangelización, tarea prioritaria para la Iglesia en esta hora, exige
nuestra conversión personal y comunitaria. Así nos lo hace presente el
Papa Francisco: “Recordémoslo bien todos: no se puede anunciar el
Evangelio de Jesús sin el testimonio concreto de la vida (…). La
incoherencia de los fieles y de los pastores entre lo que dicen y lo que
hacen, entre su palabra y su forma de vida, socava la credibilidad de
la Iglesia”. (Papa Francisco, Homilía en S. Pablo Extramuros, 14, 4,
2013).
4. Siendo esto así, al comienzo del curso
pastoral hemos de planificar muy bien nuestras actividades pastorales,
procurando no dejar nada a la improvisación, pero es también necesario
rehacer nuestro plan de vida personal y comunitaria, y poner en la
agenda los medios y tiempos que necesitamos para mantener ardiente el
amor al Señor. Tiempos de oración personal, Eucaristía, sacramento de la
reconciliación, lectura espiritual y examen de conciencia, rezo del
santo Rosario, retiros y Ejercicios espirituales, previstos en nuestra
agenda, según el estado de vida y la vocación de cada uno, no serán
tiempo perdido o restado al trabajo pastoral, sino muy al contrario,
serán garantía de fecundidad y manantial de coraje y alegría para
afrontar sin desánimo la dureza del camino.
5. Invito particularmente a los sacerdotes a
que lean y estudien personalmente y en grupo en las reuniones
arciprestales el documento de la Congregación para el Clero titulado Directorio para el Ministerio y Vida de los Presbíteros,
en su nueva edición del 11 de febrero de 2013, que se diferencia del
anterior, publicado en 1994, en que incorpora el rico magisterio de
Benedicto XVI sobre el sacerdocio. Será una forma eficaz de acoger la
invitación que el Concilio Vaticano II nos hiciera a los sacerdotes en
un párrafo que tiene una validez perenne: “Este Sacrosanto Concilio,
para lograr los fines que se propone, exhorta vehementemente a todos
los sacerdotes a que empleando los medios recomendados por la Iglesia,
se esfuercen por alcanzar una santidad cada vez mayor” (PO 12).
6.
Emprendemos una nueva etapa pastoral como Iglesia particular,
percibiéndonos como la Familia de Dios que vive en Sevilla. Este rasgo
definitorio de nuestra identidad nos recuerda que la comunión eclesial
es el elemento constitutivo de la vida cristiana personal y comunitaria y
un aspecto decisivo en nuestra tarea evangelizadora. El libro de los
Hechos nos dice que en la Iglesia de los comienzos “el grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma” (Hch
4,32a). Éste es el espejo en el que debemos mirarnos. La comunión es
don de Dios, pero exige también nuestro esfuerzo, mediante el diálogo y
la cooperación entre todos los miembros de la Iglesia diocesana,
parroquias, comunidades de vida consagrada, movimientos, asociaciones y
hermandades, comunidades educativas, las familias y cada fiel cristiano
en particular. Cuando lleguen a vuestras manos estos objetivos y
acciones para el curso que comenzamos, consideradlos y sentidlos desde
esta perspectiva de la comunión. Todos no podemos estar en todo, pero
todo me pertenece y todo es un don para mí.
7. Para vivir la comunión necesitamos estar
vigilantes, porque lo propio del Buen Espíritu es unir y del Malo,
dividir. Las palabras del Papa Francisco llamando a la fraternidad son
sinceras, humildes y realistas: “Muchas veces me he encontrado con
comunidades, con seminaristas, con religiosos, o con comunidades
diocesanas donde las jaculatorias más comunes son las murmuraciones. ¡Es
terrible! Se despellejan unos a otros… Y este es nuestro mundo
clerical, religioso… Disculpadme, pero es común: celos, envidias, hablar
mal del otro. No sólo hablar mal de los superiores, ¡esto es clásico!
(…) Pero quiero deciros que es muy común, muy común. Pero es un infierno
esa comunidad. Esto no está bien. Y por eso es importante la relación
de amistad y de fraternidad (…) Detrás de las murmuraciones, debajo de
las murmuraciones hay envidias, celos, ambiciones. Pensad en esto (…)
Esto es importante: ¡fraternidad! Pero dime, ¿hablarías mal de tu mamá,
de tu papá, de tus hermanos? Jamás. ¿Y por qué lo haces en la vida
consagrada, en el seminario, en la vida presbiteral? Solamente esto:
pensad, pensad. ¡Fraternidad! ¡Amor fraterno!” (Papa Francisco, Encuentro con los seminaristas, novicios y novicias, 6, 7, 2013).
8. Afrontamos el trabajo pastoral del nuevo
curso con la conciencia de que vivimos inmersos en una coyuntura y en
una sociedad que necesitan más que en etapas anteriores una Nueva
Evangelización. Ello nos emplaza a esforzarnos por llegar a quienes
están alejados de Dios y de la comunidad cristiana, con el fin de que se
encuentren con el Señor de manera nueva y profunda y la fe pueda
iluminar plenamente sus vidas. Así lo expresa el Papa Francisco en su
primera encíclica “Lumen Fidei”, catequesis amplia sobre la virtud de la fe:
“La nueva lógica de la fe está centrada en Cristo. La fe en Cristo nos
salva porque en Él la vida se abre radicalmente a un Amor que nos
precede y nos transforma desde dentro, que obra en nosotros y con
nosotros (…) Cristo ha bajado a la tierra y ha resucitado de entre los
muertos; con su encarnación y resurrección, el Hijo de Dios ha abrazado
todo el camino del hombre y habita en nuestros corazones mediante el
Espíritu Santo. La fe sabe que Dios se ha hecho muy cercano a nosotros,
que Cristo se nos ha dado como un gran don que nos transforma
interiormente, que habita en nosotros, y así nos da la luz que ilumina
el origen y el final de la vida, el arco completo del camino humano.” (LF 20).
9. Todo nuestro programa pastoral, todas
las acciones eclesiales en las que unos y otros estamos implicados,
inequívocamente deben estar encaminados a favorecer el encuentro vivo y
personal con Cristo, suscitando en toda persona una adhesión generosa al
Señor y una disposición a aceptar su llamada a ser testigo del
Evangelio. El Papa insiste una y otra vez en este movimiento misionero
que debemos emprender en esta hora en la que todos estamos convocados a
la Nueva Evangelización, en la que debemos “aprender a salir de
nosotros mismos para ir al encuentro de los demás, para ir hacia las
periferias de la existencia; ir nosotros los primeros hacia nuestros
hermanos y nuestras hermanas, sobre todo hacia los más alejados, los más
olvidados, los que necesitan más comprensión, consuelo, ayuda. ¡Hay
tanta necesidad de llevar la presencia viva de Jesús misericordioso y
rico en amor!” (Papa Francisco, Audiencia General del 27, 3, 2013).
11. Creer y evangelizar es el objetivo que
persigue el Año de la Fe y la razón de ser más genuina de la Iglesia. La
transmisión de la fe a las nuevas generaciones es, por tanto, una de
las preocupaciones fundamentales de la evangelización. Las conclusiones
finales del Sínodo de los Obispos de octubre de 2012 manifiestan que la
iniciación cristiana es un elemento crucial en la Nueva Evangelización y
el medio a través del cual la Iglesia, como una madre, cuida y hace
crecer a sus hijos y se regenera a sí misma. Por ello, ha propuesto que
la catequesis de infancia y juventud, que en muchos casos se ha
convertido en una mera preparación a los sacramentos, sea repensada
según una perspectiva catecumenal, de manera que se transforme en una
auténtica iniciación a la vida cristiana a través de los sacramentos (cf. Directorio General de Catequesis, 91; Proposición 38).
12. Acogiendo estas orientaciones sobre la
iniciación cristiana y preocupados por abrir caminos que verdaderamente
desemboquen en una vida cristiana adulta, hemos elaborado un proyecto de Directorio Diocesano de la Iniciación Cristiana, que
en los próximos meses será estudiado en las parroquias, arciprestazgos,
colegios católicos y demás ámbitos diocesanos que trabajan en las
catequesis de bautismo, confirmación y primera comunión. Enriquecido con
las aportaciones de todos, esperamos poder promulgarlo a lo largo del
curso pastoral. Por otra parte, el reciente documento de la Conferencia
Episcopal Española, titulado Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en las transmisión de la fe, publicado
el pasado mes de febrero, nos ayudará a buscar la cooperación entre
estos tres ámbitos y para mejorar los instrumentos que tenemos en la
Iglesia diocesana para la educación en la vida cristiana de las nuevas
generaciones. En este orden de cosas, cabe anunciar también la
publicación de un nuevo Catecismo, en este caso para los chicos de entre
11 y 14 años que se prepararan para la confirmación. Aprobado por la
Asamblea Plenaria de nuestra Conferencia en el pasado mes de abril,
lleva por título Testigos del Señor y es de esperar que podamos contar con él antes de fin de año, una vez obtenida la recognitio por
parte de la Santa Sede. A todos os invito a recibirlo con calor, pues
es muy grande el bien que puede hacer a nuestros adolescentes.
13. En el curso pastoral 2013-14 completaremos la celebración del Año de la Fe. La carta encíclica Lumen Fidei que
el Papa Francisco nos ha regalado como primicia de su servicio a la
Iglesia, nos ayudará a seguir profundizando en esta virtud teologal,
haciéndola objeto de reflexión y estudio personal y comunitario. Me
consta que en muchas parroquias y comunidades cristianas desde el
comienzo del Año de la Fe se ha venido haciendo un estudio de los
artículos del Credo, unas veces en forma de conferencias y otras como
catequesis de grupo. A todos os agradezco éstas y tantas otras
iniciativas que esta efemérides ha suscitado. Es muy importante conocer
bien nuestra identidad cristiana, expresada con toda pureza y verdad en
el Catecismo de la Iglesia Católica. Sin embargo, no es menos necesario
buscar el ámbito eclesial comunitario para poder ayudar y ser ayudados
en la vida de fe. Formación cristiana y vida comunitaria eclesial son
dos necesidades urgentes para todos los bautizados, que las parroquias,
como cualquier otra realidad eclesial, tienen que ofrecer a los laicos
de nuestra Archidiócesis.
14. Los Padres del último Sínodo nos han
recordado que no cabe hablar de Nueva Evangelización allí donde la
catequesis de adultos brille por su ausencia o esté fragmentada,
debilitada o desatendida (cf. Proposición final nº 28). Por ello, finalizado el Año de la Fe, os indico la conveniencia de volver a poner en el primer plano de la vida diocesana el Itinerario de Formación de Adultos de la Conferencia Episcopal Española.
Son muchos los grupos que lo han seguido trabajando a lo largo del
curso pastoral que acaba de terminar. Otros que lo estaban siguiendo,
en el Año de la Fe han utilizado las catequesis sobre el Credo por medio
de conferencias u otras formas de catequesis. A todos les invito a
volver a este valioso instrumento, al tiempo que pido a la Delegación
Diocesana de Apostolado Seglar y a los párrocos que sigan creando nuevos
grupos de formación de laicos adultos, hoy tan urgente y necesaria en
la Iglesia.
15. Otro proyecto diocesano que se pone en
marcha en el presente curso son las Misiones Populares Parroquiales, que
he encomendado a la Vicaría para la Nueva Evangelización, y que se irán
llevando a cabo en las parroquias que lo soliciten. Comenzamos en este
mes de septiembre con dieciséis. Cabe esperar que las Misiones Populares
renovadas sean, como lo han sido en el pasado, un camino de conversión,
de gracia y de renovación profunda de nuestras comunidades
parroquiales. Estoy seguro de que serán ocasión para que muchos
hermanos que se han distanciado de la vida de la Iglesia recobren su
familiaridad con ella. Estoy seguro también de que ayudarán grandemente a
los colaboradores en las tareas parroquiales, los propios sacerdotes,
diáconos, consagrados y laicos, a renovar su vida cristiana personal, su
propia experiencia de fe y su vigor evangelizador porque la fe se
fortalece dándola.
16. Nuestro Plan Pastoral Diocesano 2009-2013 “La Parroquia, Casa de la Familia Cristiana” nos proponía el siguiente objetivo central: “Revitalizar
la Parroquia, cada una de nuestras parroquias y todas ellas, como casas
de la Familia Cristiana, para que crezcan como comunidad evangelizada y
evangelizadora”. Se trata en definitiva de configurar la parroquia
como comunidad misionera. El reciente Sínodo ha pedido a las parroquias
que busquen los modos y maneras de volcarse con mayor énfasis a la
evangelización. La parroquia debe animar a sus miembros a convertirse en
agentes de la Nueva Evangelización, dando testimonio a través de sus
palabras y de sus vidas. El Sínodo alienta las visitas parroquiales a
las familias como camino de renovación parroquial, ya que a veces se
considera la parroquia únicamente como sede de actos importantes, cuando
no como un centro turístico (Cf. Proposición 44). También las
asociaciones, movimientos y demás realidades eclesiales, incluidas las
hermandades, deben revestirse de este marchamo evangelizador, que es el
mejor antídoto contra el ensimismamiento y la parálisis que esteriliza (Cf. Proposición 26).
Se trata en definitiva de introducir a nuestras parroquias en una
verdadera atmósfera de conversión pastoral, que renueve las estructuras
pastorales, pasando de una estrategia de mantenimiento a una actitud
pastoral auténticamente misionera (Cf. Proposición 22).
17. En la misma dirección que el Sínodo apunta el Papa Francisco: “Abrir
las puertas de nuestro corazón, de nuestra vida, de nuestras parroquias
-¡qué pena, tantas parroquias cerradas!-, de los movimientos, de las
asociaciones para “salir” al encuentro de los demás, acercarnos para
llevar la luz y la alegría de nuestra fe. ¡Salir siempre! Y ello con
amor y con la ternura de Dios, con respeto y paciencia, sabiendo que
nosotros ponemos nuestras manos, nuestros pies, nuestro corazón, pero
después es Dios quien los guía y quien fecunda toda acción nuestra.” (Papa Francisco, Audiencia General -27-3-2013). El mismo Santo Padre, en carta a los Obispos argentinos, insiste en la misma idea con estas palabras: “Que
toda la pastoral sea en clave misionera. Una Iglesia que no sale, a la
corta o a la larga, se enferma en la atmósfera viciada de su encierro.” (16,
4, 2013). Concluyo esta sección pidiendo a todos vuestra colaboración
para que, sin prisa pero sin pausa, este movimiento misionero vaya
llegando a todas y a cada una de las parroquias de nuestra
Archidiócesis.
19. Al mismo tiempo que llevamos a cabo estas
iniciativas, seguiremos trabajando en los cuatro sectores en los que
venimos insistiendo en los últimos años: la formación del laicado, a la
que ya me he referido anteriormente, la pastoral juvenil, la pastoral de
la familia y de la vida y la pastoral de la caridad. Todavía están
frescas en nuestra retina las imágenes de la Jornada Mundial de la
Juventud en Río de Janeiro con la presencia del Papa. Por nuestra parte,
los Obispos que servimos a la Iglesia en Andalucía, en los mismos días,
en la aldea del Rocío, nos hemos unido al Santo Padre, junto con más de
cinco mil jóvenes, con una presencia muy significativa de jóvenes
sevillanos, en una experiencia preciosa de comunión eclesial, oración,
deseos de formación, fraternidad, respeto y alegría sincera. El
encuentro del Rocío y el contacto cercano con este grupo de jóvenes
cristianos magníficos, nos ha hecho evocar a esa otra juventud
desnortada, sin rumbo y sin esperanza, que sin saberlo buscan razones
para vivir y respuestas a múltiples interrogantes que sólo Cristo puede
satisfacer. Todo ello ha vuelto a poner ante nuestros ojos la urgencia
de la evangelización de los jóvenes. En este sentido ha sido muy
esperanzadora la presencia numerosa de sacerdotes sevillanos que han
acompañado a sus jóvenes. Aquí está en parte el secreto de la pastoral
juvenil: sacerdotes y religiosos, también laicos, pero sobre todo
sacerdotes, comprometidos en la tarea de anunciar a Jesucristo a los
jóvenes, capaces de acompañarles y alentarles en esta tarea difícil pero
preciosa de ayudar a los jóvenes a centrar su vida en Jesucristo y a
encender su espíritu apostólico para convertirlos en evangelizadores de
sus amigos y compañeros. Por ello, pido a todos los implicados en la
pastoral redoblar los esfuerzos en una tarea hermosísima que bien merece
la pena.
20. De modo análogo, la pastoral de la
familia y de la vida es un tema mayor en las prioridades pastorales de
la Archidiócesis. En el Directorio de Pastoral Familiar de la Iglesia en España
tenemos una guía sugerente para orientar esta pastoral en las
parroquias y comunidades cristianas. La familia cristiana como iglesia
doméstica es el primer agente en la transmisión del don de la vida y del
amor, de la fe y de los valores del Evangelio en la formación de la
persona. En la Nueva Evangelización toda la Iglesia debe apoyar a los
matrimonios y a las familias. En este sentido, junto a los cuatro
Centros de Orientación Familiar (COF) que ya están funcionando, Dos
Hermanas, Tomares, Triana y Osuna, en las próximas semanas inauguraremos
un nuevo Centro de Orientación Familiar en la parroquia de San
Sebastián en Sevilla. Todos ellos constituyen ya una red vigorosa de
ayuda a los matrimonios y a las familias en dificultades que necesitan
una asistencia más especializada de la que la parroquia puede ofrecer.
Es mucho el bien que se está haciendo de un modo discreto y eficaz desde
los COF diocesanos, que cuentan con el apoyo explícito de los Obispos.
21. Dentro de este mismo sector pastoral, en las próximas semanas inauguraremos el llamado “Proyecto Raquel”,
que quiere ser la respuesta de la Iglesia para ayudar a las personas
heridas por casos de aborto. Es una iniciativa surgida en los Estados
Unidos para la sanación y reconciliación de la mujer que ha abortado,
ayudándole a comprender la verdad y gravedad de lo ocurrido, a alcanzar
el perdón y la reconciliación con Dios y reconciliarse con el hijo
abortado confiándoselo a Dios y reconstruyendo su propia vida poniendo
en el centro al Señor. La Delegación de Familia y Vida informará del
proyecto, al que podrán recurrir las personas gravemente heridas por la
vida que ellas mismas han destruido. En las próximas semanas aparecerá
una carta semanal mía dedicada a este tema doloroso.
22.
Recientemente hemos conocido proyectos educativos europeos de educación
sexual de niños y jóvenes que, desde la perspectiva de la moral
cristiana, son absolutamente inaceptables, y que, de llevarse a cabo,
tendrán consecuencias devastadoras en la conformación de la personalidad
de nuestros jóvenes. Consciente de la gravedad del tema, apelo a la
responsabilidad de las familias cristianas, de la escuela católica, de
los profesores cristianos y de cualquier ámbito eclesial relacionado
con los adolescentes y jóvenes, para que se comprometan efectivamente en
una educación sexual conforme a la verdad de la moral cristiana, que es
tanto como decir de la verdad del hombre de la que con tanta profusión
nos hablara el Beato Juan Pablo II. El método de educación
afectivo-sexual conocido como Teen-Star, que ofrece nuestra Delegación
Diocesana de Familia y Vida, es un instrumento magnifico para ello.
Habría que procurar que ni uno solo de los Colegios católicos de nuestra
Archidiócesis dejara de impartir este método en un momento determinado
de la adolescencia. Sería un magnífico servicio a su alumnos y alumnas,
que también las parroquias deberían pensar cómo ofrecer.
23. En los inicios del nuevo curso pastoral
seguimos inmersos por desgracia en la terrible crisis económica que nos
aqueja y que no parece tener final. A todo ello se suman las noticias
que convulsionan a la opinión pública sobre faltas en la moralidad
pública y la insolidaridad egoísta que la acompaña, que a todos nos hace
sufrir. En este contexto, la Iglesia presta una doble ayuda: Por una
parte se empeña por redescubrir y ofrecer a los hombres la Buena Noticia
del Evangelio. Solo con eso ya está contribuyendo a la edificación de
la ciudad terrena, en la que sea posible convivir en la verdad, la
justicia y la paz; porque como acaba de recordarnos el Papa Francisco, “por
su conexión con el amor (cf Gál 5,6), la luz de la fe se pone al
servicio concreto de la justicia, del derecho y de la paz. (…) La fe no aparta del mundo ni es ajena a los afanes concretos de los hombres de nuestro tiempo” (LF, 51).
24.
Pero además, la Iglesia en Sevilla está enfrentando la crisis a través
de nuestra Cáritas diocesana y las Cáritas parroquiales, que junto a las
iniciativas de todo tipo de las Hermandades y de la Vida Consagrada
están siendo instrumentos extraordinariamente eficaces en el servicio a
los pobres y a los empobrecidos. De este modo la Iglesia aparece para
muchas personas de buena voluntad, incluso no creyentes, como la
servidora de la humanidad, que como el Buen Samaritano se baja de su
cabalgadura para curar y servir a tantos hermanos que sufren tantas
heridas físicas y morales y a los que la crisis va dejando en las
periferias de nuestra sociedad. Por ello, invito a los fieles y a todas
las instituciones eclesiales a no bajar la guardia y a seguir apostando
en esta coyuntura tristísima y siempre por la caridad y el servicio,
convencidos de la verdad de las palabras de Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir” (Hch 20,35).
25. Finalmente, la crisis nos tiene que
ayudar a todos a descubrir la perversión del sistema de vida propiciado
por el liberalismo sin entrañas, germen de injusticias y de dolor y
sufrimiento sin cuento para tantas familias en estos momentos. A estas
alturas de la crisis tenemos ya muchos datos para pensar que en el
origen de tantos males está también la irreligión, la inmoralidad, la
corrupción, la ruptura de nuestras tradiciones morales y religiosas, el
olvido de la Ley de Dios, el consumismo desenfrenado y la adoración de
los ídolos. Dios quiera que recapacitemos y reconozcamos que no podemos
seguir viviendo con tanto atolondramiento y que las normas morales de la
Iglesia, lejos de encadenarnos, son camino de verdadera libertad. La
crisis, en suma, debe ser una buena ocasión para crecer, para iniciar un
camino de conversión y de autenticidad, un camino de seriedad,
responsabilidad y austeridad.
26. Que la Santísima Virgen, celebrada en
nuestra Archidiócesis con tantas advocaciones entrañables a lo largo del
año litúrgico, nos ayude a ponernos en camino en los inicios del curso
pastoral. Que ella acompañe y sostenga con su intercesión maternal los
trabajos del Evangelio a los que todos estamos convocados. Poniéndoos en
las manos maternales de Nuestra Señora, a todos os deseo un curso
pastoral lleno de alegría en el Señor y de frutos apostólicos.
Contad con mi abrazo fraterno y mi bendición.
Sevilla, 1 de septiembre de 2013
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
Extraído de: http://www.archisevilla.org/secciones.php?sec=1&ssec=4&id=2468&busca=