sábado, 21 de febrero de 2009

Bendición

La Junta de Gobierno de esta Agrupación tiene el placer de invitar a todos sus Hermanos y devotos en general a todos los actos que se van a llevar a cabo con motivo de la Bendición de la nueva Imagen de Cristo Resucitado:

-Misa de Bendición de la nueva Talla; tendrá lugar en el Convento del Espíritu Santo el día 15 de Marzo de 2009 a las 10.00 horas.

-Posterior traslado de la Imagen a la Iglesia Santa María de la Asunción de Guadalcanal.

-Besapié a Cristo Resucitado en la Capilla de la Milagrosa durante esa misma tarde desde las 18.00 horas.

La madera se hizo carne

De la nada. Puro arte que brotan de las manos del artista. Así se hizo como un milagro de la naturaleza. La olorosa madera de cedro real iba tomando formas de un hombre de poco más de 30 años de edad. Sutiles líneas curvas se iban imprimiendo en aquel busto. La tarde caía en el taller.

Las gubias estaban recién afiladas encima de aquella mesa alborotada por lijas y otros útiles. La luz vespertina llamó a las gastadas rejas de las ventanas del habitáculo. Todo estaba dispuesto. Todo estaba consumado. El artista con semblante serio y decidido rezó un Padrenuestro a quien posteriormente iba a dar formas humana a la fe de un pueblo.

El ruido de gubias se extendía por la sala durante largas jornadas de trabajo. Los curiosos del lugar perdían su mirada a través del hueco que dejaba al descubierto la cortina antigua del taller. Así comenzó a labrarse una fe para un pueblo, Guadalcanal.

Lento, muy lento. Despacio, muy despacio el artista daba forma a una faz, que más tarde representaría la vida gloriosa, venciendo a la oscuridad, al pecado y a la muerte. El olor místico del incienso de Arabia se entremezclaba con los aromas de la madera recién cortada. Mientras tanto, el joven artista seguía en su quehacer. Seguía mostrando su realismo en esos trozos de madera día tras día, semana tras semana.

Ya sólo quedaba que la madera se transformara en carne. Y sólo sería posible cuando una gota de agua bendita se derramara por el pecho de aquel hombre de poco más de 30 años de edad. Sólo de este modo la madera se hará carne y entrará en la leyenda de un lugar que el mismo Dios lo bautizó con el bello nombre de Guadalcanal.

José A. Zújar